EN EL FALLECIMIENTO DE JULIÁN ALONSO MARTÍN
Julián Alonso nace en Vitigudino (Salamanca) en 1935.
Desde muy corta edad demuestra gran interés por el estudio. Mi abuela contaba
que se escapaba de casa y se sentaba en la puerta del colegio, pidiendo que le
dejarán entrar pese a su corta edad. Al final, y gracias a esa insistencia,
consiguió ser escolarizado un año antes de lo que le hubiera correspondido.
Quiso estudiar arquitectura en Madrid, pero mi abuelo, que regentaba un humilde
comercio de paños, le dijo, con gran pesar, que solo podría costearle los
estudios de aparejadores.
Al llegar a Madrid, contando apenas dieciocho años, ya tenía sólidos
conocimientos de ajedrez, pero ninguna experiencia competitiva. Era totalmente
autodidacta y me decía que en su pueblo solo había una persona que sabía algo,
pero que era un jugador de poco nivel.
En Madrid se alistó en el equipo de los Salesianos donde llegó a jugar de primer
tablero. Comentaba con humor que dos veces que jugaron contra el Real Madrid
debía haber jugado con Arturo Pomar, pero que este no compareció en esos
choques, “está claro que me tenía miedo” decía. De aquella época le quedaron
para siempre grandes amigos, como César Estrada, Eladio Benito o Alberto Ugarte.
Me dijo que una vez le tocó jugar contra el que luego fuera buen amigo suyo,
Román Torán y que Torán le había propinado una buena paliza.
Con veintinueve años viene a vivir a Sevilla, ciudad que ya nunca abandonaría.
Aquí se casaría y tendría cinco hijos, cuatro hijas y el que esto escribe.
Pasaría a formar parte de las filas del Tenis Betis. Jugaban en la primera
categoría provincial, a cuatro tableros. La alineación más frecuente era: Carlos
Flores, Julián Alonso, Enrique Pascual Gras y José Félix Domínguez.
A principios de los setenta llegó a estar ranqueado en la quinta posición de los
jugadores de Sevilla.
Una de sus grandes pasiones fue el ajedrez postal. Aquel ajedrez postal donde no
había ordenadores, pero sí voluminosos libros en los que intentar encontrar la
jugada correcta. En 1967 se alzó con el campeonato de España de ajedrez postal.
El 23 de diciembre de 1970 se organizó una simultánea en Sevilla. Veinte
tableros locales se enfrentaron al campeón mundial Bobby Fischer que por aquel
entonces atravesaba su mejor momento. Cuentan las crónicas que se molestó
bastante, pues la federación sevillana le puso veinte rivales muy duros. El
astro americano perdió con Eugenio Gómez e hizo tablas con Julián Alonso. Años
después analicé la partida con el G.M Daniel Cámpora. La máquina da más tres a
favor de Julián Alonso y según me comentaba Daniel, era un final que se ganaba
solo. Lo cierto y verdad, es que aquella partida fue la última en concluir,
quedándose al final en un mano a mano entre Fischer y mi padre. Me contaba mi
padre, que Fischer pidió una coca cola, un bocadillo de salchichas y puso los
pies encima de la mesa. Constantemente le apremiaba: “!Move, move¡”. Al terminar
el encuentro el presidente de la federación sevillana se acercó a mi padre y le
dijo: “…pero Julián si lo tenías ganado” Mi padre, que seguramente debía estar
decepcionado, acertó a decirle : “siéntate tú, y juega con él”
Al llegar a los cuarenta, a Julián Alonso se le hizo cada vez más difícil seguir
jugando. Tenía un grandísimo enemigo: “el reloj”. Tal era la presión, que no
eran raros los domingos por la tarde, tras una dura lucha matutina, que debía
pasarlos en cama con un fuerte dolor de cabeza.
La última partida que le recuerdo en el Tenis Betis fue contra un joven y
posteriormente malogrado de manera prematura, Juan Carlos Rodríguez Talavera.
Fue una partida durísima que concluyó en tablas. Al salir, me dijo: “La juventud
viene muy fuerte. Yo ya no estoy para estos trotes”.
Al crearse el club Old Masters, sintió que aquel era su sitio. Le unía una
profunda amistad con Emilio Conejo y Angel Luis Rodríguez Albariño. Disfrutaba
yendo a ver las partidas y tomando luego una cerveza con amigos como los ya
citados, o Javier Méndez, Alfonso Sánchez, Ricardo Montecatine y un largo
etcétera. Raramente volvería a jugar.
Al fallecer Emilio Conejo, sus compañeros de Old Masters crearon el premio de
belleza que año a año se otorga (o con cierta frecuencia, se deja desierto) en
el Open de Sevilla. Julián Alonso siempre fue un admirador del ajedrez de
ataque. De hecho, su gran ídolo en el tablero era el Mago de Riga, Mikhail Thal.
Fue el responsable de redactar las bases del referido premio y solía entregarlo
a la conclusión del open. Recuerdo que una de las partidas que más le gustó fue
aquella en la que el premio recayó sobre el G.M búlgaro Iván Cheparinov. Había
sospechas sobre la referida partida, puesto que Cheparinov, jugador de indudable
talento, había jugado de modo excelso frente a…su entrenador. “Es posible que la
partida haya sido preparada, pero como no tenemos pruebas, nuestra obligación es
dar el premio”
El último año en el que intervino activamente en la concesión del premio, la
partida mejor valorada era la del M.I Ismael Terán. Hubo debate en el jurado.
Algunos se inclinaban por otorgarle el premio, pero Julián sostenía que siendo
una partida de mérito, había un camino mucho más corto para acabarla y que
Ismael había necesitado tres o cuatro jugadas de más, lo que, de alguna manera,
desmerecía la partida. Propuso darle el accésit, la mitad del premio. Habló
personalmente con Terán, y este, amable y caballeroso, entendió las
explicaciones y aceptó el accésit de buen grado.
Aunque había dejado de jugar, nunca perdió la pasión por el ajedrez. En el
mundial que enfrentara por última vez a Carlsen y Anand, acudió todas las tardes
a casa de Daniel Cámpora, volvía entusiasmado y me decía: “qué bonito es ver
ajedrez con alguien que de verdad sabe…”.
Fuimos varias veces al torneo de Linares, muchas de ellas acompañados por
nuestro buen amigo César Bordons. La última de esas veces comimos con Leontxo
García y luego Julián estuvo comentando las partidas con él.
Hace unos diez años, la Federación Sevillana de ajedrez tuvo a bien concederle
la mención de honor. Mi agradecimiento a Joaquín Espejo que fue parte activa en
la entrega de dicho reconocimiento.
Pero si en algo ha destacado Julián Alonso ha sido en su faceta de articulista.
Desde muy pronta edad colaboró con diversas revistas de ajedrez: Ajedrez
Canario, Ajedrez 6.000, alguna otra que no recuerdo y durante muchísimos años en
Jaque.
Recuerdo hace unos diez años, cuando en un torneo en San Roque (Cádiz) el G.M
Manuel Rivas me dijo que había aprendido mucho con los artículos de mi padre y
que los guardaba como un tesoro.
Se centró inicialmente en temas técnicos, recuerdo alguna de sus secciones:
“Mano dura a los errores en la apertura” pero finalmente compaginó dos de sus
grandes pasiones, la historia y el ajedrez. Solía escribir artículos que nos
narraban una época de la historia, la encuadraban y a partir de ese punto, traía
a colación una partida, un jugador o un torneo.
Colaboró intensamente con Daniel Cámpora en el libro “Siluetas del Ajedrez Ruso”
del G.M Sosonko, para que los lectores pudiéramos tener una traducción fiable y
coherente del mismo.
Estas publicaciones le proporcionarían no pocas satisfacciones y algún amigo más
que entrañable, como el jugador gaditano Jesús Seoane.
En los últimos años, el azúcar le provocó ceguera y lo dejo aislado y ausente.
Mi agradecimiento a Daniel Cámpora, que puntualmente, y cuando no estaba de
viaje, fue semanalmente a su casa para dar un paseo con él por el Parque de
María Luisa.
Nos deja, en definitiva, un hombre que sintió gran pasión por este juego y al
que dedicó buena parte de su vida. Pero sobre todo, un hombre bueno, sencillo y
de paz.
Javier Alonso Arrizabalaga
Octubre 2023 |